sábado, 15 de marzo de 2014

No sé

Maldita rutina imprevisible la que me ha llevado hasta ti. Tanto tiempo perdido, tanto placebo de enfermo en fase terminal, tanto diagnóstico de urgencia, cazar moscas con balas de cañón. Calendarios llenos, palabras vacías. Palabras llenas de calendarios vacíos. Lunas de agosto hipotecadas por sonrisas de plástico y caricias de alquiler. Y es que yo no te busqué. Viniste a mí. Viniste. A mí. Tristemente feliz en mi espiral de decadencia y misantropía. Cuando simplemente dejaba la vida pasar tratando de pasar la vida. Cuando la muerte se manifestaba cada mañana, al despertar dormido en un profundo sueño tan simple como vivido. Letargo. Hibernación. Cuando se incendia un bosque, miles de años hacen falta para que vuelva a florecer el verde. Me preocupas. No necesitas el verde, no quieres mi verde, no quieres que florezca de nuevo. Quieres que florezca renacido. No quieres reconstruir lo derribado, quieres construir un edificio entero. No sé lo que quieres, no sé de dónde has salido, y lo más sorprendente de todo, es, que no sé. Simplemente no sé. Y tu lo sabes todo, sabes demasiado, deja de saber. No me gusta que sepas porque odio la ignorancia. Odio la ignorancia porque me gusta saber. Por qué no me gusta que sepas? No lo sé. O quizás si lo sé pero no quiero que lo sepas.